La huella hídrica es el volumen de agua utilizado para la producción del cultivo. Esto incluye no solo el agua incorporada al cultivo cosechado, sino toda la que de alguna forma interviene en el proceso: la que se ha podido contaminar, la devuelta a otra cuenca o al mar e, incluso, la evaporada.
Existen tres tipos: la verde (agua de precipitaciones) que queda almacenada en la tierra, en la zona de las raíces, y se evapora, transpira o incorpora las plantas, la azul (de ríos, lagos y acuíferos) que proviene de recursos hídricos subterráneos o en superficie y que o se evapora durante la producción de un bien, o se incorpora a él o es vertida en el mar, y la gris (agua contaminada) es la cantidad de agua fresca requerida para diluir el agua contaminada en el proceso de producción hasta que esta cumpla con unos estándares de calidad.