El EIQ fue desarrollado por el Servicio de Investigación Agrícola del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés) en la década de 1990. Este índice se basa en un modelo matemático que utiliza la información disponible sobre los productos químicos utilizados en la agricultura y su impacto en el medio ambiente, para evaluar el riesgo ambiental asociado con las prácticas agrícolas.
Existen diferentes medidas que pueden tomar los productores agrícolas para reducir su impacto ambiental. Una de ellas es utilizar productos químicos menos tóxicos o menos persistentes, como los productos orgánicos. También es importante utilizar los productos químicos de forma eficiente y con precaución, siguiendo las recomendaciones del fabricante y las regulaciones locales.
Cada vez más empresas están tomando en cuenta el índice de impacto ambiental en sus decisiones de compra y en su estrategia empresarial. Los consumidores también están cada vez más concienciados sobre la importancia de la sostenibilidad ambiental y están buscando productos que sean producidos de forma más sostenible.
En resumen, el índice de impacto ambiental es una herramienta valiosa para los productores agrícolas, ya que les permite evaluar el impacto de sus prácticas en el medio ambiente y tomar medidas para reducirlo. Al utilizar prácticas agrícolas más sostenibles, se puede reducir el impacto ambiental y mejorar la salud del suelo, del agua y de la biodiversidad. Es importante que las empresas y los consumidores también tomen en cuenta este índice a la hora de tomar decisiones de compra, para fomentar la sostenibilidad ambiental en la producción agrícola.